Personas que me interesan #2: Anna Scappini

Anna Scappini cruzando la meta de los 9K

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Bienvenidx a Personas que me Interesan. Soy Agustina Botto y todos los principios de mes te voy a estar presentando una historia, una vida, un humanx.

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La atleta Anna Scappini nunca deja de perseguir la meta, tanto en la pista, como en la vida. Trabaja, estudia y entrena casi todos los días. En julio de este año, alcanzó un nuevo récord personal y se impuso en los 9 kilómetros de la Independencia en tan sólo 35 minutos. Sumado ser la primera atleta trans en ganar una competencia semejante y en el atletismo.

“Cuando me enteré que yo soy la primera mujer trans en atletismo, me sorprendí”, confesó Scappini.

Ella comenzó a correr en 2019. En principio, no tenía aspiraciones competitivas, simplemente quería cuidar su cuerpo y ejercitarse. Poco a poco fue informándose y entrenando más. Al tener tan poco tiempo de entrenamiento, hacen destacar aún más sus resultados.

Actualmente, se unió a FCMAX, asociación atlética de corredores de Argentina, con muchxs atletas de élite y la inscribieron en la Federación Atlética Metropolitana, de modo que está federada. Sin embargo, no puede aspirar a más debido a prohibiciones del World Athletic (WA), la FIFA del atletismo. 

Si quisiera competir en pistas oficiales, homologadas por la WA, tiene que tener 5 nanomoles máximo de testosterona en sangre. Es decir, hormonarse para disminuir su producción natural de testosterona.

-¿Se basan en algún tipo de documento científico para esta decisión?

-No. Nos piden tener muy baja testosterona y es un tratamiento muy invasivo para el cuerpo. La World Athletic pone sus normativas, no se hacen cargo del daño y no hacen un estudio previo, ni una evaluación y sin contemplar ningún paper de cuán dañino es para nosotras tomar ese bloqueador en exceso. Nunca vamos a ser una mujer biológica total. Es decir, ellos lo que piden es básicamente volver a nacer.

Esta regla surge a partir del caso de Semenya. En el Mundial de Atletismo Berlín 2009, la sudafricana Caster Semenya con 18 años ganó los 800 metros con muy buen tiempo. Enseguida de consagrarse, empezaron rumores sobre su sexo. Incluso la atleta italiana que quedó en sexto lugar, Elisa Cusina, declaró: “esta gente no debería correr con nosotras. Para mi, ella no es una mujer. Ella es un hombre”. 

Le realizaron pruebas para confirmar su sexo, algo sumamente violento e inconsulto -dado que a ella nunca le dijeron la razon del estudio-. Nunca se supo los resultados del mismo, y lo que se difundió es que presentaba una anomalía cromosómica, no tenía útero ni ovarios y tenía testículos internos. Pero en julio de 2010, la WA comunicó que aceptaba la conclusión de la comisión médica que decía que Semenya podía competir como mujer sin ningún problema. 

Hasta 2018, que cambió el criterio para las competiciones de atletismo en las categoría femenina: ahora el criterio era el nivel de testosterona.

-Entonces a partir del caso de Semenya, te prohíbe seguir creciendo y aspirar a más…

-Te prohíbe todo. Te bloquean los sueños de ir a las Olimpiadas, o ir a las nacionales. Yo no voy a ningún lado, corro acá en Buenos Aires, porque ya estoy federada en la Metropolitana. Pero si gano no me premian. Por eso dejé de competir en federativo hasta que no se regule. A mí no me dicen que no vengas a correr. Pero después me ningunean y me discriminan. Si no gano, está todo bien, el mundo sigue igual. Pero si gano, el mundo también sigue igual, pero sin mí. 

De hecho, a Anna la sacaron del ranking nacional al enterarse que era trans. Ella se anotó como mujer -como lo indica su DNI-. “Para mi, estaba todo bien porque yo no fui para ganar, yo fui para divertirme, para correr y disfrutar como toda deportista, pero empecé a ganar. Entonces por reglas generales me tenían que poner en el ranking, porque yo estoy federada”, afirmó la atleta Scappini. Hasta que avisó que era una mujer trans y “se pudrió todo”.

-Además de las prohibiciones de WA, ¿Por qué crees que no hay más chicas trans compitiendo tanto en el atletismo como en otros deportes? 

-Tienen que darse las cuestiones sociales y económicas. Otras chicas trans están sobreviviendo. Están viendo qué comer, pagar el alquiler o dónde ir a vivir. Y no están pensando en el deporte o irse a comprar una zapatilla de 40 mil pesos, para que te dure dos meses, y salir a competir un domingo. Y también no quieren buscar más discriminación. No quieren buscar más problemas de los que ya tienen. Ya están discriminadas por todos lados, en la salud, de la educación, en la calle.

-Existen en muchísimos deportes, equipos que en busca de crear espacios seguros arman sus propias competencias LGBT, como Titanes del Rugby o los Dogos en el fútbol ¿No pensaste armar una categoría trans o un equipo femenino?

-Estoy buscando la manera de solicitar una categoría transgénero, como para que se visibilice un poco más. Pero, existen estos ghettos para visibilizar porque en el propio sistema no se puede. Yo lucho contra el sistema, yo no armé un grupo de chicas trans corredoras. Yo fui y entré en un club normal. Y así hice todo este quilombo que pasó.

Ahora en representación de la Universidad de Quilmes compite en los Juegos Universitarios Argentinos y ganó la parte sur. Como la competencia no forma parte del World Athletic puede ser premidad. Así que ahora va a las nacionales de atletismo.

-A pesar de las prohibiciones y que no te premien, ¿cuáles son tus objetivos?

-Mi entrenador quiere que yo mejore como atleta. Y yo le digo: sí y no. Hoy en día me gusta más luchar por visibilizar. Estar ahí molestando a la sociedad. Voy despacio con las marcas. Mi objetivo es estar ahí presente, ocupar un lugar. Justo ayer estaba estaba hablando con Jessica Millamán -jugadora trans de hockey- y le decía: vos lograste mucho.

Mientras que Anna corría en el CENARD (Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), Jessica Millaman jugaba en la cancha de hockey de al lado. “Cuando termine de correr, la voy a mirar y vi muchísimas chicas trans jugando también. Ella marcó una historia y detrás de ella empezaron a venir otras. Y yo quiero lograr eso”, afirmó convencida Scappini.

Queda claro, a Anna ya no le importan los podios arrebatados. Ella va por algo más, va por el legado y la historia.

La carrera por la Libertad.

AAnna Scappini nació en Paraguay y allí tiene a casi toda su familia. Es la quinta de 7 hermanos. A sus 27 años decidió transicionar, después de mucho tiempo de preguntarse por su identidad. Antes de tomar esta decisión, era gerente en una multinacional y tenía su vida ordenada. Perdió todos sus derechos por perseguir su identidad. “Es muy ilógico lo que pasa con el género”, reflexiona la atleta. 

En palabras de Anna, Paraguay es super machista todavía. Todo lo que es transgredir el género está muy mal visto. Pero cuando hizo su transición, se sintió libre y fue feliz. No le importó el puesto que tenía. A sus 28 años, decidió que no iba a formar parte de una sociedad que no le permitía desarrollarse social y profesionalmente, que perseguía y rechazaba su deseo.

-Llegaste a Argentina hace cinco años, ¿te motivó la ley de Identidad de Género?

-Sí. Poco antes que se termine la indemnización  dije bueno, ahora qué hago. Me voy a Argentina, donde al menos hay una ley. Cuando yo llego acá, veo que la sociedad es abierta. Hoy en día, pasando ya muchos años, veo que hay muchas cosas para mejorar y por eso se lucha todavía y se marcha. Pero comparando con países como el mío, Argentina es lo más. 

-¿Qué diferencias notas?

– Por ejemplo, allá los hombres no salen abiertamente con las mujeres trans. No quieren que nosotras salgamos a vivir nuestra vida y ser normales porque quieren mantenernos en el incógnito. Simplemente nos volvemos un producto de consumo. Es un morbo.

– ¿Tu familia te apoyó en tu transición?

– Yo siempre fui la oveja rosa de la familia. Pero vengo de una familia muy machista y conservadora. Ellos aprendieron conmigo a convivir, conocieron lo que es la comunidad LGBTIQ+ y dijeron: ¡ah, no está tan malo como me dijeron! Hicieron una transición conmigo también.

-A tu mamá le costó un poco más ¿Por qué?

– Un poco mucho le costó. Tardo como cuatro años en llamarme Anna. Siempre me apoyo en todas mis ideas y en esta también, solamente quería que me cuidara porque sabía que había mucho odio. Veía muchas noticias de chicas trans asesinadas. 

A su mamá le preocupaba que termine en drogas o en prostitución. Con el tiempo le explicó que en realidad, muchas mujeres trans se prostituyen porque la sociedad no les permite trabajar en lo que ellas quieren. “Pero el amor de madre es más fuerte y la fue puliendo”, concluyó Anna.

Espero que te haya gustado esta historia tanto como a mi. Nos vemos en la Marcha del Orgullo esta tarde y feliz orgullo a quien corresponda.

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