No es por ahi, Kim: perpetuar la cultura de los TCAs.

Kim Kardashian Met Gala

Por Agustina Botto.

Llegó la Met Gala, uno de los eventos de moda más importantes del año, y Kim Kardashian anoche atrajo todas las miradas. Se presentó usando el icónico vestido de Marilyn Monroe cuando cantó Happy Birthday Mr. President a John F. Kennedy.

Cuando le preguntaron sobre el vestido, Kim manifestó que tuvo que bajar 7 kilos en las tres semanas previas al evento para poder usarlo. “No me morí de hambre, pero fui muy estricta”, confesó Kardashian orgullosa. Mientras le decía que fue todo un desafío, la presentadora de Vogue lo celebró. Perpetuando una vez más la cultura de las dietas y atrasando décadas de lucha contra los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), a la vista de todo el mundo. En tan solo instantes, fue trending topic en Twitter y se disparó la búsqueda “Kim Kardashian Diet” en Google. 

Los trastornos alimenticios afectan a 70 millones de personas en todo el mundo y es la enfermedad mental con mayor tasa de mortalidad. Argentina es el segundo país con más casos de Trastornos de la Conducta Alimentaria en el mundo, después de Japón, según estudios internacionales de Mervat Nasser. Exactamente, un 29% de la población argentina sufre algún tipo de trastorno alimenticio y un estimado de una de cada 100 mujeres padece anorexia. Este índice aumenta un 50% en las adolescencias, según la Sociedad Argentina de Pediatría.

Sin embargo, la psicóloga Belinda Tancredi, coordinadora general en el Equipo Libertador -profesionales especializadxs en la prevención,  diagnóstico y tratamiento de pacientes con TCA-  afirma que han recibido consultas desde niñas de 8 y 9 años hasta mujeres 45 años y  9 de cada 10 consultas son de mujeres.

“Un TCA es principalmente cuando hay una preocupación excesiva por la forma de su cuerpo, de modo que lx lleva a sentirse disconforme y esto impacta en la relación con la comida”, explicó la licenciada. Estos trastornos son problemáticas complejas y multicausales, que cursan con riesgo en muchas oportunidades y junto a otras problemáticas y/o comorbilidades.

“Cuando no les gusta lo que ven, suelen comenzar una dieta con la intención de verse mejor, seguido de ejercicio. Esto es muchas veces bien visto por las familias como un cambio de hábitos positivo”, agregó la psicóloga Tancredi. Pero deja de ser una simple preocupación a ser un trastorno cuando la problemática empieza a inundar la vida del paciente. “Sucede que esa preocupación inicial va incrementándose con más restricciones para perder peso, que deviene a veces episodios de purgas y atracones”, explicó Trancredi.

Asímismo, lo explica, Natalia, una de las pacientes del Equipo Libertador que brinda su testimonio, a los 13 años empezó a hacer dieta porque no estaba conforme con su cuerpo. En un principio fue una simple dieta pero con el tiempo se convirtió en «vivir a dieta», ejercicio sin parar e incontables días de ayuno.

Sin duda alguna, las redes sociales tienen una importante influencia sobre quienes tienen estos trastornos. Todo el tiempo se nos bombardea en redes sociales con contenido aspiracional gordofóbico y romantizando la delgadez.

En la última gran filtración de informes internos de Facebook -ahora Meta- de Frances Haugen, develaron que la compañía tenía conocimientos de que sus productos, como Instagram, causaban daños en la autopercepción y aun así no se hizo casi nada para solucionarlo.  Facebook encontró que el 17% de las adolescentes dicen que Instagram empeora los trastornos alimentarios. «Y lo que es peor, es que la propia investigación de Facebook dice que a medida que estas mujeres jóvenes comienzan a consumir este contenido sobre trastornos alimentarios, se deprimen cada vez más y las hace usar más la aplicación», dijo Haugen.

Lo mismo ocurrió con el algoritmo de Tik Tok. Tras la investigación de The Wall Street Journal, descubrieron que el algoritmo luego de un tiempo buscando sobre dietas en la app, el propio algoritmo te enseñaba contenido sin necesidad de buscarlo. 

Al mismo tiempo, tanto Tik Tok, como Instagram, tienen la opción de denunciar este tipo de contenidos y de filtrarlo, aunque usuarixs busquen formas de eludir los controles. No obstante, la situación es todavía peor en otras redes sociales como Twitter, Tumblr o Reddit, donde no hay ningún tipo de filtro ni control y es mucho más difícil reportar. Incluso en redes como Telegram, donde si pones en el buscador “perder peso” o “ana y mia”, te salen grupos pro-anorexia y pro-bulimia sin cuidado. Algunos son privados, pero otros públicos.

Tan solo la punta del iceberg de los TCAs.

Las redes sociales no sólo perpetúan los estándares de belleza irreales sobre los cuerpos y replican la lógica gordobofica, sino que también se convierten en espacios de difusión de dietas mortales, desafíos extremos de pérdida de peso, contenido para “inspirarse”  y animarse entre ellxs para no parar.

Bienvenid@. Por favor, leer las reglas y presentarse. Ana o Mia. Peso actual. Peso meta. Edad. Se corre riesgo de baneo en caso de no hacer su presentación”, reza el bot del grupo cada vez que alguien se suma. 

Hace un mes y medio me sumergí en grupos de Telegram y Whatsapp pro Ana y pro Mia. Enseguida me di cuenta que existen dos tipos de grupos y canales: en los que se difunde tips peligrosos, o “donde se informa, apoya y ayuda a las personas con TCA, más tips de Ana y Mia”, como se definen ellxs. Y los blogs o diarios donde las personas que padecen esta enfermedad narran sus vivencias diarias, que comen, que sienten y cómo están. Ana es el diminutivo de Anorexia, y Mia de Bulimia, así las denominan, otra técnica para no llamar la atención, como ponerle “Tarea” al nombre del grupo.

“Hola! Ana y Mia. Peso 49 Kg. Meta 30 Kg. 17”; “Ana o Mia: Ana. Peso actual: 71. Peso meta: 50. Edad: 15. Estatura 1.62”; “Ana. Peso: 77 😫. Meta: 45. Talla: 1.62. Edad: 23”; “Ana y Mia. Peso actual: 63 kilos. Peso ideal: 53 kilos. Edad: 16”; “Mia a veces Ana. Peso 67 kg. Peso meta 50kg. Edad 35”, al rato responden. 

Si bien existen muchísimos, formé parte de catorce grupos públicos hispanohablantes y uno anglosajón. Tienen aproximadamente entre 500 y 3000 suscriptores cada uno. Sin embargo, el contenido en ellos puede llegar a tener 7000 visualizaciones, dado que circula entre cientos de grupos, inclusive los privados, de modo que construyen una red circular mucho más profunda de lo que parece.

El promedio de edad de lxs participantes, según las presentaciones, ronda entre 14 y 35 años. Es difícil saber si lxs usuarixs son sincerxs a la hora de anunciarse, dado que las reglas del grupo no aceptan menores de edad. Por otra parte, la mayoría de quienes conforman los grupos son mujeres, pero también hay varones, y comparten contenido “aspiracional” para ellos.

“Me doy asco”; “Quieren engordarme”; ”Siento que me entendeis perfectamente”; “Busque por todos lados un grupo para hablar de estas cosas”; “Me veo mal quiero bajar de peso”, manifiestan lxs participantes

También, comparten dietas irreales como “Water Fasting”, que consiste en basicamente tomar solamente agua por días, o lista de excusas para no comer. Es habitual la realización de retos, algunos más peligrosos que otros. Por ejemplo, carreras de kilos, las cuales tienen retos diarios como: no comer determinadas comidas hasta tiempo de ejercicios. Todas detrás de un mismo objetivo: cambiar sus cuerpos.

El miedo a las consecuencias de ser gordx, las consecuencias si no tenemos un cuerpo hegemónico es la lógica gordofobica internalizada que todxs tenemos. Esto existe para crearnos un problema, para luego vendernos la solución. Es decir, no es sólo el precepto de que la felicidad, el éxito y el amor viene de la mano con la delgadez, si no que trabaja con el mercado y el capital, trayéndonos “la solución” mediante consumo.

Está internalizada esta lógica consumista en las cuales nuestrxs cuerpxs son modificables, editables, cuando simplemente tenemos que aceptarnos. Por eso cuando hablamos de Body Positive, no solo se refiere a “aceptar cuerpos distintos”, si no que apunta a romper con aquella dialéctica que nos dice: tengo que tener otro cuerpo mejor que el mío. 

Nos sugieren todo el tiempo, a través de la publicidad y las redes que podemos cambiar nuestro cuerpo si consumís determinado producto, te sometes a un tratamiento o te realizas una cirugía plástica. El acceso económico y la conquista del “desafío” de bajar de peso, como lo denominó la Kardashian, transforma la delgadez en un commodity, un bien a desear y un símbolo de status. Como bien saben las hermanas Kardashians. 

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