C.C.C. Presenta: Amor y Mentiras

Amor y Mentiras CCC

Por Laureana Grumelli

No es que no me gustase despertar junto a Julián. El problema era dormirse. Lamentablemente los motivos no son sexuales, sino puramente logísticos. Se mueve mucho, y yo tengo el sueño muy liviano. Él se duerme rápido y profundo, y yo hace años tengo insomnio, de hecho nunca no lo tuve, solo logré por algunos períodos de tiempo dormir relativamente bien. O al menos cuatro horas seguidas, que es prácticamente un sueño. O literalmente. Y como es ásmatico, el pucho en la cama está descartado. Por eso y porque tiene un olfato de lobo. Dos cosas logran despertarlo, el olor a cigarrillo y el del café. Así que a las 4.37 am me rendí de dar vueltas y apoyarme en su pecho sudoroso y me levanté. Busqué mi riñonera de arriba de la mesa y saqué la pitillera que me había dejado mi abuelo. Con sumo cuidado fui a la cocina, abrí el primer cajón y saqué la caja de fósforos. Sigilosamente abrí la puerta del balcón, aunque era indistinto porque ni una murga en nuestra habitación habría sacado a Julián de los ronquidos que lo rodeaban. 

Cerré la puerta tras de mí para que no entre el humo y respirando el fresco aire de la madrugada encendí el cigarrillo. Dos pitadas después y mi cabeza fue al mismo tema que recorre cada vez que no puedo dormir; o sea varias veces por semana. Marcia. No había una noche en que pudiese librarme de su recuerdo. Su pelo largo que se enredaba en mis anillos cuando estábamos en la cama; Barkley, su perro que le tocaba dormir en la cucha cuando yo ocupaba su lugar al lado de Marcia, y se pasaba la noche suspirando hasta que finalmente nos daba pena y terminabamos durmiendo les tres formando un tetris entre sábanas, almohadones, piernas y extremidades. Pero al menos dormía. Con Marcia dormirse no era el problema, sino levantarse al otro día. Mientras que con Julián no veo la hora para poder saltar de la cama y ponerme a preparar el desayuno. Yo sé que él cree que es un acto de amor llevarle el café a la cama, pero en realidad está motivado más por la ansiedad de hacer algo y empezar el día; para dejar la noche detrás. 

Entonces pasó un hombre caminando desgarbado con un sobretodo, una boina que le tapaba la mitad superior de la cara, una barbilla puntiaguda y un sombreado resultado de la barba sin afeitar por un par de días. De la boca, como en un suspiro melancólico salía una melodía a través de una armónica que oscilaba entre las notas graves y depresivas. Me senté en el piso helado del balcón ignorando la picazón que me dejaban los azulejos en las piernas, miré el cielo y lloré con el blues triste de la armónica de fondo. Por mi mente no paraban de pasar los recuerdos de un pasado mejor, pero con la agria perspectiva del futuro. Como creer que se había terminado algo tan mágico. Que cursi. Antes de Marcia nunca era cursi; y con ella casi que tampoco. Para mis adentros era otra cosa, porque si le hubiera demostrado todo lo que sentía, la casa habría estado llena de flores, música y velas todo el tiempo. 

Había madrugadas que entre exhalación y exhalación de humo me gustaba fingir que lo nuestro no había terminado, que podía volver a la cama y encontrarme a Barkley mirándome desde abajo mientras volvía al calor de las sabanas y los pies fríos de Marcia. Pero hoy el ambiente era más trágico. Me encontraba en medio de la duda, la culpa de haber hecho algo mal, y el desconcierto de nunca terminar de entender qué había pasado. Cómo la relación había pasado de paseos primaverales por caminitos llenos de árboles, el canto de los pájaros y regalarnos flores del piso; a casi de un día para el otro que todo se desarme frente a mis ojos. Como una escultura de azúcar que se disuelve apenas empiezan a caer las primeras gotas de lluvia. Pero al menos antes de la tormenta llega el aviso de los truenos y relámpagos. 

Yo sabía que con Marcia no podía ser muy demostrativa porque las chances de asustarla eran altas; ella misma me había contado de relaciones anteriores que se volvieron demasiado empalagosas para ella. Por eso yo siempre actuaba tan fresca y espontánea. Lo peor de todo es que lo soy, pero el tiempo que viví con Marcia sentí cosas más fuertes  de lo que jamás había sentido en mis 32 años. Entonces actuaba como si mis sentimientos no fueran tan profundos que me consumían. Como si no pensara en ella el 50% del tiempo. Como si no imaginara un futuro juntas en el que al fín podiamos ser felices; después de tantas relaciones erróneas o superficiales. Porque con ella al fin había sentido lo que es querer estar pegada a la otra persona constantemente.

Hasta que empezó a llover y mis dulces ilusiones se vieron arrastradas por la tierra. Un día después de trabajar llegué a casa y me la encontré sentada en la cama con su valija verde manzana al costado, y las pocas pertenencias que había traído al departamento ya no se encontraban tiradas por ahí. Porque Marcia era así, nunca aceptaba a alguien en su estudio -donde vivía de vez en cuando- sino que se mudaba al hogar de la otra persona. Para poder irse cuando quisiera. Y si bien lo sabía, no pude evitar sentir la desolación en el pecho cuando la ví, cabeza inclinada hacia abajo, con algo en las manos que no llegaba a ver y su pelo tapándole la expresión. Aunque no necesitaba que me mirara para saber que en su cara se pintaba una mueca de arrepentimiento y disculpas; no como en la mía que seguro se veía reflejada la profunda devastación y angustia que estaban creciendo sin cesar. Cuando levantó la vista me destruyó sin siquiera emitir palabra. Sólo la sombra que cubría su rostro era suficiente para saber que no había nada que pudiera hacer o decir para convencerla de que se quedara. Cuando abrió los labios nunca pensé que podría decir algo que me lastimara más de lo que ya estaba sangrando por dentro. Pero dijo: “Creo que no te amo” y me liquidó. Esas cinco palabras quedaron grabadas a fuego en mí, me persiguen noche y día desde entonces.  

-¿Cómo creo? O sabes o no sabés.

-Justamente, si no sé debe ser que no te amo. Sino lo sabría.

No pude discutir con su lógica, porque yo sí sabía que la amaba, y que nunca había amado a alguien como ahora; sobre todo ante la perspectiva de perderla. Así como yo, ella se dió cuenta del impacto de sus palabras en mí. Me deslicé por la pared hasta quedar sentada sobre la cucha del perro. Se acercó y se acuclilló a mi costado, las puntas del pelo haciéndome cosquillas en el muslo. “Te mereces algo mejor, alguien que quiera darte todo”. Y ahí nomás se me llenaron los ojos de lágrimas, porque yo la quería a ella; quería todo con ella. Pero nada podía hacer, y esa impotencia solo profundizaba lo fuera de mi control que se encontraba hacer algo para cambiar las perspectivas de nuestra relación; mi presente, mis pensamientos, emociones, sentimientos. Todo fuera de control y no por mariposas en el estómago, sino más bien meteoritos, seguidos por una lluvia ácida y bombas nucleares.

Los días siguientes fueron como vivir en un bosque quemado. Todo gris, cenizas, humo. Ni atisbo de verde, vida o latidos. Una constante corriente de preguntas y dudas. ¿Fue todo falso? ¿Hace cuanto siente esto? ¿Cómo creí que me amaba? ¿Porque lo dijo y ya? ¿Cuántas veces mentimos para hacer sentir bien a alguien o para no generar una situación molesta? ¿Cómo y por qué fingir lo que sentís? ¿Por qué lastimarme aparentando un amor que no era sincero?. Qué patética. Esto no es una historia de princesas. ¿Qué hago con mi vida, tirada en la cama, lamentándome por alguien que no me corresponde en lo que siento?. Niñes de cuarto grado tienen el mismo problema. Ya está, es cuestión de olvidarla.

Era cuestión de olvidarla, me repetía cuatro años después en el balcón de la misma casa que habíamos compartido. Mientras la recordaba cada noche que no podía dormir; cada vez que me despertaba pensando que Barkley me había lamido la cara, pero era Julián dándome un beso, en las pocas ocasiones que se despertaba antes que yo. Julián. La primera persona a la que le dije “te amo” desde Marcia. Aunque no lo amaba como a ella. Julián sí lo hacía; me di cuenta en el momento que me habló. “Este hombre puede amarme”, pensé mientras le sonreía carismaticamente y lo invitaba a sentarse en la mesa del café. Y no me equivoqué. Rara vez erraba en el carácter de una persona desde que viví con una mentirosa. Durante este tiempo aprendí a reconocer las miradas y gestos más pequeños, aunque parezcan insignificantes, todo lo que hacemos por algo es. No involucrarse demasiado sentimentalmente era clave para mantener la perspectiva, porque el amor y todas las emociones funcionan como un lente a través del cual vemos a las personas. Embelleciendo sus facciones, ignorando algunas actitudes,  no queriendo ver demasiado en algunos patrones, aceptando besos aunque no se tengan ganas, etc. 

Y por ahora en el balance de las cosas, vivir con Julián y ser su pareja, compartir vida -no mascotas, definitivamente no me encariño más con un animal relacionado a otra persona-, gastos, festividades, libros, comida y fechas era útil, cómodo, mejor que estar sóla. Por eso y porque lo quería, claro. No se vive con alguien sin notar las pequeñas cosas que le vuelven únicx. Al fin y al cabo, Julián tenía sus cosas buenas y si bien algunos sentimientos eran superficiales, existía cierto amor, en alguna de sus formas. 

Con el sol asomándose a las 6.13 de la mañana, me levanté del suelo, me sacudí la tierra, agarré las colillas, pitillera y la caja de fósforos. Guarde los cigarrillos en la riñonera, tiré los restos de pucho y fósforos al tacho y puse la cafetera en la hornalla. Fui al baño, me lavé los dientes, y cuando sentí el olor del café, escuché la cama moviéndose bajo el peso de Julián. Serví las dos tazas sin leche y una con azúcar. Cuando se asomó de la habitación despeinado y somnoliento, le sonreí desde mi taza, ofreciéndole la suya. Tomó un trago, suspiró, sonrió y me besó. “Buenos días amor”, le dije viendo como sus ojos sonreían y me miraban con ternura. Al menos siendo la impostora recibía más amor del que perdía entre lágrimas y corazones rotos.

Este cuento quedó seleccionado en la Convocatoria Cuentos Cortos de Humanxs lanzada en julio del 2022. Lxs invitamos a estar atentxs a nuestras redes sociales así saben de la próxima.

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