Cosas que me molestan #1

GRan hermano - santiago del moro

Gran Hermano: ¿Prisión o distracción?

Por Laureana Grumelli

¡Hola Humanxs

Que lindo al fin encontrarnos en este marco de newsletter. Acá les escribe Laureana Grumelli, inaugurando el espacio de “Cosas que me molestan”, para contrarrestar un poco las publicaciones de mis compañeras. Si todavía no leyeron personas cosas que me interesanles recomiendo que lo hagan porque no tienen desperdicio. 

Ahora bien, antes de entrar de lleno en el tema que nos compete hoy, quería empezar por hacer una introducción a lo que va a ser este newsletter. En cosas que me molestan vamos a repasar distintos eventos, reacciones o situaciones que son insoportables en el día a día. Después de hacer un ejercicio de preguntarme: qué cosas me molestan sobre mí, algunos consumos culposos, y mucho Twitter -que todes sabemos es la red social del odio compartido- decidí que la edición de esta semana será sobre el tema que controla la TV argentina: Gran Hermano. 

Cuando empezaron los castings, varios videos se poblaron las redes sociales, y si bien nunca me interesó GH, los TikToks que se hicieron virales eran tan randoms y falopa que era imposible no verlos de manera compulsiva. A ver cual era el peor. Porque eso es lo más podrido de Gran Hermano, lxs participantes son homofóbicxs, violentxs -un poco violines también- mentirosxs y falsxs. Que dentro de todo no deja de ser como casi cualquier programa de la TV argentina. 

Entonces, ¿Qué es lo que me molesta de Gran Hermano? En principio,  que controle mi inicio de Twitter; que sea el tema del momento, cuando son 16 personas que quieren ser famosas porque sí, no por un mérito o logro; me parece aburrido mirar a desconocidxs hacer NADA en una casa con pileta mientras intentan generar bardo o cogerse entre ellxs.

Pero lo que más me inquieta es el sentido de futuro post-apocaliptico en el que -como en un capítulo de Black Mirror- nos controla la tecnología, y desconocidxs del otro lado que pueden decidir qué hacen estas personas dentro de una casa que no deja lugar ni a la privacidad de bañarse sin que te estén filmando. En un espacio sellado del exterior, que no tienen contacto con nadie de afuera ni pueden saber qué pasa en el país mientras esten dentro; en donde las personas aceptan un reglamento de juego que poco tiene que ver con la vida cotidiana. Gran Hermano se basa en la contradicción de mostrar algo “real” (con sus raíces de reality showen un contexto artificial y extraordinario que nada tiene de la realidad de la que vienen lxs participantes o en la que viven lxs espectadorxs.

Hace 20 años, el primer programa, su propuesta era casi futurística. Estar viviendo en una casa controlada por cámaras que te siguen de manera casi invisible -porque no se sabe quién maneja los lentes- , micrófonos que escuchan todo lo que se dice, y lo más loco de todo: un público que sin saber quienes son, deciden tu futuro dentro o fuera de la casa, mientras lxs participantes se mantienen incomunicadxs con el mundo exterior. 

Sin embargo, hoy en día nada tiene de futurista las cámaras y mics constantes, porque en todos lados hay un teléfono que puede grabar. Y ahí es donde Gran Hermano gira y pasa de ser futurista a casi vintage. Ningunx de lxs participantes que entran a la casa tienen sus celulares. Algo completamente contrario a la realidad, donde cada vez que salís o te juntas todxs tienen sus celulares en la mano y se pueden comunicar con cualquier persona en cualquier lado.

No obstante, este no es el primer giro que da Gran Hermano. En 1949 salió a la venta un libro escrito por George Orwell, sobre un futuro distópico en el que el Gran Hermano vigilaba todo con su ojo invisible. Titulado 1984 la historia sigue un mundo en el que todxs estan controladxs por un poder omnipresente que infunde miedo, autoridad y coerción con fines políticos. El Gran Hermano, el controlador todopoderoso que, como en el reality, no se muestra pero todo lo ve.

Ahora bien, el gran ojo ya no vigila, controla, ni castiga, ya no genera miedo; sino que el lente es una fuente de deseo: nos tenemos que acercar a él para realizarnos, sentirnos importantes, vistxs, captando la atención de gente que no conocemos. Es llamativo como un libro que critica duramente a los medios de comunicación y su manejo de la información con el fin de controlar a las masas terminó sirviendo de inspiración para uno de los programas de TV más exitosos de las últimas décadas. 

En conversación con Humanxs, la socióloga Delfina Zuluaga, retoma un concepto abordado por Michel Foucault: el modelo de vigilancia panóptico.

“La relación que se puede plasmar entre Gran Hermano con el panóptico es que hay unos pocos ejerciendo control sobre algunos que no saben que estan siendo controlados. Pero en GH sí saben que están siendo vigilados, incluso tienen libertad de acción dentro de la casa para entretener al publico y, a diferencia del planteo original del sistema panóptico, no hay tantas reglas ni coerción”. 

El modelo panóptico es planteado para cárceles, instituciones psiquiatricas y escuelas; donde lxs sujetos no saben quién les controla ni cómo, así como tampoco que están siendo vigiladxs constantemente. “Sin embargo en el caso de GH la estimulación no es el miedo, sino les de afuera. Qué es lo que van a pensar les que están consumiendo y que son quienes les van a votar”. Deja de generar temor y autoridad la persona del otro lado de la vigilancia, para producir anhelo de atención.

Citando el libro de Vigilancia Liquida de Zygmunt Bauman y David Lyon, Zuluaga plantea que pasamos del paradigma del panóptico al sinóptico, de la coerción a la seducción y que para les integrantes de Gran Hermano, ese ojo invisible que vigila se vuelve un objeto de deseo del cual quieren su atención constante. 

Entonces, retomando la pregunta planteada al principio, ¿Por qué me molesta Gran Hermano? Aparte de darle una plataforma con muchxs espectadores a personas que su único objetivo es alargar sus 15 minutos de fama, retoma una práctica controladora utilizada por cárceles y asilos y la banaliza. Se burla de la vida al ponerle un premio a quién entretenga más al público sin importar lo que haga, dándole una falsa sensación de control a quienes están consumiendo de manera embobada un reality que nada tiene de realidad.

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