El duelo como derecho

Por Agustina Ionno

Los familiares reciben el cuerpo del fallecido en un cajón cerrado, sin posibilidad de ver el cuerpo.

La imposibilidad de despedir a los familiares o amigos fallecidos, así como las dificultades que se presentan para acompañarlos en los últimos días, en este contexto de pandemia y aislamiento, está dificultando los procesos de duelo de las personas y algunos especialistas advierten que podría tener consecuencias en la salud mental.


Con la pandemia, se modificó por completo la normalidad y la rutina de los argentinos; los ritos espirituales y culturales que tienen que ver con la muerte, no fueron la excepción. El área de salud mental del CELS, junto a memoria activa, elaboraron un documento en el que aseguran que el duelo debe considerarse como un derecho. Es que las dificultades y requisitos que se presentan para el acompañamiento a los seres queridos en sus últimos días, así como también la imposibilidad de ver el cuerpo sin vida del fallecido, dificultan el proceso del duelo.


Si bien a fines de agosto pasado se estableció un protocolo en la Provincia de Buenos Aires y CABA para que un familiar pueda acompañar al paciente en sus últimos días, así como también la posibilidad de acompañar a enfermos de COVID-19, ambas cuestiones implican una serie de requisitos y trámites complejos y costosos, y tampoco se está aplicando en todos los centros de salud. Además, una vez producido el deceso, el acompañamiento se termina y ya no se puede tener contacto con el cuerpo del fallecido.

Los cuerpos son colocados en bolsas de plástico hermético y entregados a los familiares a cajón cerrado y, sólo en algunos casos, se les muestra una foto del fallecido para que reconozcan el cuerpo. «La médica de terapia intensiva que me comunicó la muerte de mi padre me dijo que lo metieron en una bolsa de plástico sellada y eso fue algo que me quedó muy grabado. En nuestro caso no tuvimos posibilidad de reconocer el cuerpo, enterramos y despedimos un cajón, sin saber si el que estaba ahí adentro era mi papá«, relató Rocio Aguirre, hija de un fallecido por COVID-19 en el Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora.


En este sentido, el psicólogo y ex director de Salud Mental de la Provincia de Buenos Aires, Adrian Trezza, explicó: «La ausencia del cuerpo puede dificultar, postergar o detener el trabajo del duelo. Es que lleva a una situación de falta de soporte simbólico para la pérdida, esto es un agujero en la trama de sentido, que deja al sujeto o al colectivo, expuesto al pasaje al acto, es decir a resolver con una acción donde no hay palabras que aporten un lugar para esa pérdida en la historia singular o colectiva».

El CELS coincide con esta mirada y reclama que «la última mirada a la persona que ha muerto debería ser incluida como opción para quienes la necesiten ya que esa «prueba de realidad de la muerte» es la que inaugura la perdida y da inicio al duelo». A su vez, consideran que el Estado debería poner a disposición asistencia y acompañamiento psicológico, social, y en lo posible asistencia espiritual y cultural, adecuado para el acompañamiento. Trezza, a su vez, considera muy importante la elaboración de un protocolo de despedida en los últimos días del paciente, que permita a las personas tener un «registro evidente de la cercanía de la pérdida y así iniciar el camino del duelo de manera progresiva antes de la muerte del ser querido».


El protocolo que rige actualmente permite el ingreso de un solo familiar y previo a eso, debe realizar una serie de trámites, cumplir con una serie de protocolos y requisitos. Rocio Aguirre relató que, ante la negativa del Hospital, se comunicó con el Ministerio de Salud para contar su situación y solicitar que le permitan despedirse de su padre. Si bien, de esta manera consiguió el ok, antes debía realizarse un hisopado o un test de anticuerpos de forma particular. «Me recorrí todo Quilmes y no conseguí ningún lugar que me lo hiciera por menos de 6 mil pesos y no me aseguraban que este en 24hs. Al otro día mi papá falleció».


Desde el CELS consideran que la imposibilidad del duelo tendrá consecuencias, no sólo en lo individual, sino también en lo colectivo, por lo que sugieren utilizar los medios de comunicación para compartir nombres e imágenes de los fallecidos, con el consentimiento de sus familiares, para facilitar la elaboración de los duelos colectivos, como ha sucedido en otros momentos de emergencia.

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