La educación intercultural, una realidad a medias.

Por Francisco Souto.

«Son más bien pocos los maestros que toman el compromiso de tomar la educación intercultural, pero hay veces que solo queda como algo folklórico del 12 de octubre, cuando los españoles ni siquiera llegaron hasta acá», comentó Jorge Cayupil, profesor de Ciencias Sociales de la ciudad de San Carlos de Bariloche.

Aunque la ley 23.302 sobre «Política Indígena y Apoyo a las Comunidades Aborígenes», promulgada el 30 de septiembre de 1985 establece en su artículo 14 que la «intensificación de los servicios de la educación cultural» en las áreas de asentamiento de las comunidades indígenas, deben «resguardar y revalorizar la identidad histórico-cultural de cada comunidad», en Argentina se mantiene como una realidad a medias.

La Escuela Primaria N°65 Chacay Huarruca fue una de las primaras con modalidad EIB de la provincia.
(Foto: Charray Huarruca)

En el caso de la provincia de Río Negro, recién en 2006 se incluyeron en su oferta educacional 11 establecimientos con Educación Intercultural Bilingüe (EIB) entre jardines de infantes y educación primaria, según la ley orgánica de Educación 4.819.

Sin embargo, la realidad es que no alcanza a las zonas urbanizadas, o solo es reducido a efemérides. Paradójicamente, según el docente, tiene relevancia en la educación el 12 de octubre más que el 24 de mayo, fecha en que finalizó la Campaña del Desierto, y en la que a lugares como Bariloche, «los españoles ni siquiera llegaron».

«Hay un secundario que ofrece un año de mapuzungún (lengua originaria mapuche), que a esta altura es un montón, pero es solo uno en todo Bariloche», precisó Cayupil.

Desde su experiencia como profesor de Ciencias Sociales, afirmó que la escuela ha sido funcional a un relato que estigmatiza la cultura originaria: «He visto que los nenes desde los 12 años traen de sus casas que lo mapuche es algo malo, que es extranjero, y es algo que está muy instalado».

Pese a que la legislación que ampara la educación intercultural en Argentina data de hace más de 35 años, Cayupil recuerda que el sistema educativo nunca se encargó de resguardar y revalorizar su identidad socio-cultural.

«Los maestros y profesores nunca nos dijeron nada. Cuando era chico cantaba el himno, iba a misa adonde tocaba la guitarra y todo. Pero a mí siempre me interesó la historia, por lo que me involucré con otra gente y empecé a leer y a estudiar sobre lo que pasó, hasta que me reconocí mapuche», reflexionó.

En la Escuela Primaria Nº 65 de Chacay Huarruca trabaja personal mapuche y docentes para brindar educación bilingüe en español y mapuzungún.
(Foto: Charray Huarruca)

Desde mediados de la década de los 2000 el activismo mapuche recobró fuerzas de este lado de la cordillera. En enero de 2007 una escuela rural ubicada en Charray Huarruca, que había sido cerrada por su pequeña cantidad de matrículas, fue recuperada por la comunidad mapuche Cañumil. Desde ese entonces, las autoridades educativas voltearon la mirada, y allí en la ahora Escuela N° 65 surgió una de las primeras escuelas que mantiene su diseño curricular en mapuzungún, gracias al trabajo de personal mapuche y docentes.

Además del diseño curricular habitual, en Charray Huarruca se llevan a cabo talleres diseñados en un marco participativo, por referentes del Ministerio de Educación, la comunidad mapuche Cañumil y representantes del Consejo de desarrollo de las comunidades indígenas (CODECI).

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