Por Sofía Castagnino
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires desde 2012 rige la Ley de Existencia de talles nº 3330 y se basa en las normas del Instituto de Normalización y Certificación (IRAM) y exige que cualquier fabricante de indumentaria debe tener una existencia de mínimo 8 talles, pero el calzado no es considerado.
A esta, se le suma la nueva Ley Nacional nº 27521 de “Sistema único de normalizado de identificación de talles de indumentaria” que se aprobó en noviembre del año pasado pero aún no se puso en práctica.
Inmaculada Ruiz Santana, creadora de El club del pie grande, un espacio creado para las mujeres que calzan más de 40, y que luego se convirtió en uno de los locales de talles “especiales” más famosos de Argentina, menciona que la problemática para conseguir talles grandes va en aumento: “Cada vez vienen más clientes con problemas de talles fuera del estándar. Las generaciones vienen cada vez más grandes. Tenemos un montón de colegios, que nos llaman para las primeras comuniones para hacerle los zapatos blancos, y casi todas las nenas calzan más de 40. Ese es nuestro parámetro.”, declaró.
Estos niños y adultos no solo sufren por estética sino también por salud. Carolina Barone, de la ONG “Mujeres como vos” comentó: “Fue una tortura para mí, no podía usar zapatos y tengo todos los dedos de los pies en martillo, por usar talles más chicos. Necesitamos una ley”.
En cuanto a la fabricación, Claudia quien tiene hace 10 años su propio emprendimiento de zapatos, declaró: “Es muy difícil para nosotros que hacemos calzado artesanal, pero en el caso de los fabricantes que son más grandes, como las marcas, lo que tiene es que son limitados con el tema de las bases. Todavía no hay fábricas que lleguen a hacer números grandes.” lo que significa que de manera general, no hay una consciencia en los fabricantes sobre las necesidades de clientes que salgan de las normas estándar.
Sin embargo, cuenta que está tratando de ampliar la variedad de talles porque comprobó que la demanda por número 41 y 42 es mayor, y que incluso disminuyó la de números 35 y 36.
Actualmente existen aproximadamente diez locales en la Ciudad de Buenos Aires que trabajan talles “especiales”, entre ellos: Bionda y Bruna en el barrio de Villa Crespo; Samsara, en Liniers; Zinderella Shoes, en Flores y Ferretti, en el centro porteño. Es un número mínimo considerando la cantidad de locales que existen para talles estándar tanto en casas de deportes como zapaterías tradicionales.
El calzado deportivo no está exento de este faltante. Las zapatillas femeninas de marcas internacionales como Adidas, Nike, Reebok y Puma llegan hasta el 40. En el caso del calzado masculino la fábrica Nike puede tener hasta un talle 47 de manera excepcional. Sin embargo, cuando se trata de la venta al público es dificultoso encontrar un talle mayor al 45, y tienen un costo mayor a los de talles 41, 42 y 43.
Los consumidores terminan recurriendo a un artesano que haga el producto a medida, en lo que la mayoría de las veces esto concluye en un precio mucho más alto: “Cuando tenía 11 años ya calzaba 41 y en ese tiempo, mis padres hacían un esfuerzo enorme y me hacía los zapatos a medida. Después el zapatero falleció y fue imposible conseguir, pero me fui acostumbrando, a estar de zapatillas, zapatos de hombre o borcegos, que era más unisex.”, contó Magdalena Zeballos, mujer mendocina de 50 años que calza 43/44.
Según una encuesta realizada por “Cuerpos en peligro de extinción”, de 8.025 personas encuestadas, el 12, 3% siempre tiene dificultades para encontrar su talle, y el 11,6% contestó que le pasa “frecuentemente”.
Según esta entidad, las personas con esta problemática además de llegar a tener problemas físicos como problemas en la rodilla, de menisco, males en la cadera o en la columna vertebral (lumbalgias, ciatalgias y discopatía vertebral), pueden acarrear trastornos psicológicos y llegar a odiar su cuerpo por no reconocerse dentro de la norma y tener que acudir a talles “especiales”: “No siempre lo que encontrás es lo que te gusta. Tenés que estar recorriendo varios locales y finalmente optar por llevártelo por necesidad o bueno, si encontrás lo que te gusta buenísimo, pero casi nunca es así.”, concluyó Luciano Menéndez, de 30 años que calza 46.