«Tic-tac, tic-tac»

Collage relatos 1

Por Micaela Patrizia Gallo

María Bibiana Bigatti, 10 años. Actualmente es abogada.

El día del golpe me lo acuerdo patente. En ese momento vivía en Mercedes, mi ciudad natal, que queda a 100 km al oeste de la Capital Federal. Yo estaba en quinto grado y ese día mi mamá me vino a despertar, como todos los días. Pero esa vez me dijo que no había clases porque había sucedido un golpe militar…

Era algo que se sabía. Yo era muy chica pero mi mamá venía diciendo que en cualquier momento iba a suceder un golpe. Por eso no me sorprendió, era como que ya estaba preparada.

Como no hubo clases, una compañera del colegio me invitó a la casa a jugar. Mi infancia fue muy especial porque, al vivir en una ciudad chica, la gente seguía abriendo la puerta de la casa a la mañana y después la cerraban con llave a la noche cuando se iban a dormir. Fue una infancia con mucha libertad. Es más, yo me iba en bicicleta a la casa de mis amigas, jugaba mucho con los chicos del barrio, paseaba tranquila por la calle… esa situación no afectó mi infancia.

Pero también era una época de mucha, mucha, mucha violencia.

En mi casa estaba todo el día encendida la radio y las palabras “muerte”, “homicidio”, “asesinato” y “bombas” se escuchaban todo el tiempo. Era feo, sinceramente era feo y luego pasó el golpe…

Las noticias seguían siendo las mismas, hasta me acuerdo haber escuchado que en Argentina había campos de concentración, pero en mi cabeza eso era imposible…

En ese momento, en Mercedes estaba el regimiento 6 de infantería. Mi escuela estaba sobre una de las avenidas principales, la 29, y me acuerdo que cuando salía del colegio veía a los militares parados sobre la avenida con armas largas parando autos. Hacían bajar a las personas y las revisaban. Eso era fuerte…

Durante los primeros años de la dictadura, cada vez que me acostaba a dormir, ponía la cabeza sobre la almohada y escuchaba un “tic-tac, tic-tac”, se sentía como si en cualquier momento fuera a estallar una bomba…

Un tiempo más tarde, en la casa de mi profesora de historia pusieron una bomba. Ella era comunista. La profesora, Cristina Canata, es una persona que yo valoro muchísimo porque hablaba con gran libertad en las clases, es una mujer con unas agallas impresionantes, muy valiente. Tuvo que pasar por esa horrible experiencia. Por suerte no murió nadie en la explosión.

Hoy en día, cada vez que recuerdo la época de la dictadura, se viene a mi mente esa profesora y el “tic-tac” que escuchaba bajo mi almohada.

Deja un comentario